Lo prometido es deuda estimado lector, y como siempre cumplimos, aquí está la segunda parte del tema del bautismo Cristiano. Comencemos citando las palabras del maestro:
Jesús se acercó a ellos y les dijo: «Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las naciones; bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Mateo 28:18-19).
En esta ocasión nos enfocaremos en la declaración que se hace en el momento del bautismo, y en lo que Jesús enseñó al decir: «bautizándolos en el nombre de…». Se ha percatado usted, ¿en nombre de quién le han bautizado? y ¿qué significa eso? Bien, en este artículo aclararemos esas dudas y más.
La mayoría de las iglesias usan la parte del texto: «En el nombre del Padre, del hijo y del espíritu Santo», para bautizar a los creyentes repitiendo con exactitud estas palabras.
Sin embargo, es necesario saber que cuando Jesús dijo esto, no se estaba refiriendo a una «fórmula» que se debía repetir, y eso lo podemos comprobar con toda facilidad, ya que en el Nuevo Testamento no existe ningún solo versículo donde algún apóstol o discípulo del señor Jesús bautizara repitiendo esas mismas palabras.
Debemos recordar que Jesús no quiso formar repetidores, sino discípulos, él no dejó fórmulas para repetir, sino enseñanzas para aplicar.
Por lo tanto, basta con leer los Hechos de los apóstoles y todas las cartas del Nuevo Testamento para darse cuenta que en todos los bautismos registrados, no hay ni uno solo que contenga tal cual esas palabras.
Tampoco Jesús dejó plasmado ahí una «fórmula trinitaria», como muchos lo han hecho creer. De hecho, Jesús no podía estar hablando ahí de algo que se creó siglos después de su ascensión al cielo, ya que la «Doctrina de la Trinidad» se vino creando a través de varios concilios entre el siglo IV y V.
Ahora bien, para quienes todavía piensan que a la hora del bautismo se debe repetir las palabras del señor Jesús como una formula, déjenme informarles que Jesús ahí tampoco está hablando de nombres propios, ya que «Padre», «Hijo» y «Espíritu Santo» no son nombres personales.
Sabemos muy bien que El Padre tiene su propio nombre, que el hijo tiene su propio nombre. Pero quienes defienden la postura de una «fórmula», me podrían decir: ¿Cuál es el nombre del Espíritu Santo?
El espíritu Santo es comparado en la Biblia con el dedo de Dios (Lucas 11:20), ¿solo por eso vamos a pensar que el espíritu Santo es un dedo? Quienes digan que no, espero que también comprendan que aunque muchas veces se personifica al espíritu Santo, no es una persona.
Por la Biblia sabemos, que el espíritu Santo de Dios no es una persona, sino que es el poder y la presencia de Dios operando en los creyentes (Lucas 1:35; Mateo 12:28; Hechos 6:8; 1 Corintios 3:16), por lo tanto, resulta imposible que Jesús hablara aquí de nombres personales.
Dejando esto claro y remitiéndonos a las evidencias bíblicas, sin ningún tipo de prejuicio religioso, entonces respondamos, ¿qué quiso decir Jesús ahí?
Debemos iniciar por entender primero la palabra que Jesús usa ahí para nombre. En el original griego, Mateo 28:19 dice así:
πορευθέντες οὖν μαθητεύσατε πάντα τὰ ἔθνη, βαπτίζοντες αὐτοὺς εἰς τὸ ὄνομα τοῦ Πατρὸς καὶ τοῦ Υἱοῦ καὶ τοῦ Ἁγίου Πνεύματος,
La palabra griega que Jesús usa ahí para nombre es: ὄνομα (Ónoma), que significa:
Ónoma: nombre; (en sentido figurado) la manifestación o revelación del carácter de alguien, es decir, que lo distingue de todos los demás. carácter, fama, reputación. (Concordancia Strong #3686).
Esto significa que Jesús no está hablando de los nombres propios, sino de la autoridad y carácter. Y sus discípulos entendieron bien esto, ya que ellos a nadie bautizaron repitiendo las palabras de Jesús como una fórmula, sino que lo hicieron entendiendo que Jesús hablaba de la autoridad delegada.
Es por ello que usted encuentra en la Biblia a los apóstoles bautizando a las personas en el nombre (autoridad) de Jesús (Hechos 2:38; 10:48; 19:5).
Y con eso no hay ninguna contradicción ni mucho menos significa que los apóstoles estaban siendo rebeldes a las palabras de Jesús, simplemente ellos entendieron lo que el señor Jesús les quiso decir y así se lo comunicaban a los nuevos creyentes.
Comprendiendo lo que significa en ese contexto la palabra nombre, podrá también entender con mucha más claridad lo que Jesús quiso decir, no solamente en ese pasaje del bautismo, sino en otros muchos como cuando dijo:
«Yo he venido en nombre (autoridad) de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ese recibiréis». (Juan 5:43).
«Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre (autoridad) de mi Padre, ellas dan testimonio de mí». (Juan 10:25).
También cuando dijo que todo lo que pidiéramos al Padre, se lo pidiéramos en su nombre, lo que nos está diciendo es que pidamos en su autoridad, basados en su carácter de mediador entre Dios y nosotros.
Pablo en plena armonía con las palabras de Jesús, dijo: «Por lo cual Dios también le exaltó hasta el lugar de máximo honor, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesús es el señor Cristo, para gloria de Dios Padre». (Filipenses 2:9-11).
¿Lo notaron? Una vez más se habla de nombre, pero sabemos que no está hablando del mero nombre «Jesús», sino de la autoridad que hay en la persona de Jesús.
Fue Dios quien elevó a Jesús al lugar de máximo honor, Jesús jamás se exaltó a sí mismo, siempre estuvo, está y estará sujeto a la autoridad del Padre, que fue el que le dio la autoridad a él.
Por eso el apóstol Pedro dijo: «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre (autoridad) bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos». (Hechos 4:12).
Por tanto, creer en el «nombre de Jesús» no es meramente creer en su nombre personal, sino en su autoridad que el Padre le ha conferido sobre todo nombre (sobre toda autoridad).
Es por eso que es muy importante que tanto la persona que va a bautizar como el que será bautizado estén conscientes de estas cosas, ya que no podemos bautizar pensando en repetir una fórmula, peor si se piensa que es una fórmula Trinitaria, ya que ni Jesús ni los apóstoles eran Trinitarios, la fe de Jesús como todo judío, es la fe Monoteísta del antiguo pueblo hebreo: Dios es una sola persona (Deuteronomio 6:4; Marcos 12:29). La religión Católica en su origen fue la creadora de la doctrina de la Trinidad, esto ocurrió siglos después de Jesús y los apóstoles.
Por tanto, es menester comprender que lo que Jesús nos enseñó en Mateo 28:19 fue que entendiéramos y así mismo proclamáramos públicamente a la hora del bautismo la autoridad en la que se está bautizando al nuevo creyente:
En la autoridad del Padre (la máxima autoridad), el poder de su Santo espíritu (que opera en los creyentes) y en la autoridad de Jesús (autoridad dada por el Padre).
Queda claro que Jesús no estableció ninguna fórmula que se deba repetir al pie de la letra en el momento del bautismo. No hay ninguna cita bíblica que apoye a quienes usan las palabras del señor Jesús como una fórmula.
Donde quiera que el contexto lo amerite, la palabra nombre (Gr. Ónoma), significa más que el nombre personal, significa autoridad, carácter.
El «nombre» que está sobre todo nombre no es el nombre propio «Jesús», es la AUTORIDAD que le ha sido dada por el Padre para ejecutar Su voluntad, no solo en esta era (como ya lo hizo), sino también en la Era Venidera.
Deseando como siempre que esta enseñanza sea de bendición a tu vida y a la vida de las personas con quienes la compartas.
«Que la Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y del señor Jesús el Cristo, hijo del Padre, estén con ustedes en verdad y en amor» (2 Juan 1:3).