Hola, qué tal apreciados lectores, amigos y hermanos en la fe que nos leen, es un gusto poder compartir con todos ustedes una pequeña reflexión que espero sea de mucho provecho y edificación.
Nuestro tema de hoy, estará centrado el en libro de los Proverbios, un libro lleno de tantas enseñanzas. Si hay algo del libro de los Proverbios que me llama muchísimo la atención, es lo que nos dice Salomón en el primer capítulo, a pesar de ser interesante, muchas veces lo pasamos desapercibido:
«Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel. Para entender sabiduría y doctrina, para conocer razones prudentes, para recibir el consejo de prudencia, justicia, juicio y equidad; para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura. Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo, para entender proverbio y declaración, palabras de sabios y sus dichos profundos.» (Proverbios 1:1-6).
El inicio de este libro nos revela su contenido y el propósito por el cual existe, y a pesar de que este libro tiene mucho que enseñarnos, no le prestamos la atención debida. Salomón nos dice en su introducción que escribió esos proverbios para que la persona adquiera conocimiento, prudencia, inteligencia y sabiduría.
Este libro es un llamado a buscar y anhelar la sabiduría, pero alguna vez se ha preguntado ¿Quiénes son los que obtienen la sabiduría de la Biblia? Bien, el mismo Salomón nos lo dice:
«El orgullo acarrea deshonra; la sabiduría está con los humildes» (Proverbios 11:2 DDH).
Según esta Escritura, la sabiduría que proviene de Dios, se encuentra con los humildes, si bien el temor a Jehová es el principio de la sabiduría, solamente aquellos que viven con humildad logran obtener y permanecer en dicha sabiduría.
Debo aclarar que la humildad de la Biblia no tiene nada que ver con tu condición económica o preparación académica, porque la humildad de la que enseña la Biblia es aquella que proviene del interior y no del exterior.
La persona que vive en humildad es alguien que se deja enseñar, que reconoce sus errores y aprende, esto sin importar quien sea. Note que dije que reconoce sus errores, no dije que no falla, la humildad de la Biblia no tiene nada que ver con no pecar o con aparentar ser perfectos, sino más bien con tener la capacidad de reconocer tus errores delante de Dios y delante de tu prójimo.
Aprender de nuestros errores no es tarea fácil, a nadie le gusta aceptar sus debilidades, sin embargo, debemos de recordar que detrás de la incapacidad de reconocer un error hay orgullo y mucha dureza de corazón que de no ser corregido, inevitablemente llevarán a la caída. Salomón lo dijo así:
«El orgullo va delante de la destrucción, y la arrogancia antes de la caída» (Proverbios 16:18).
Una persona que no reconoce sus errores se pone en evidencia porque tiende a enojarse cuando le hacen ver su error, es alguien que prefiere aislarse y creer en su propia opinión:
«El que vive aislado busca su propio deseo, contra todo consejo se encoleriza» ( Proverbios 18:1 LBLA).
Lo cierto es que, no hay mejor cura para aceptar nuestros errores que aprender a escuchar y atender el consejo. Bien dice el proverbista:
«Escucha el consejo y acepta la corrección, para que seas sabio el resto de tus días» (Proverbios 19:20).
Que lejos estamos muchas veces de alcanzar la humildad de la Biblia, de tener la valentía y la capacidad para saber reconocer nuestras faltas, aprender de ellas y mejorar, esos son actos de humildad que pocos practican. Pero contrario a eso, nos es más fácil buscar en los demás sus defectos, para así justificar los nuestros.
No he conocido a una persona que se disguste más por decirle que está actuando mal que un cristiano, quizás no todos son así, pero sí he conocido a muchos que inmediatamente le haces saber de su falta, y en lugar de examinarse a sí mismo, comienzan a recopilar en su libro de memoria todas y cada una de tus faltas pasadas, para justificar así ellos su proceder.
He tenido la oportunidad de hablar con personas de la calle, drogadictos, alcohólicos, personas que me han contado sus maldades, y cada vez que les hago saber su situación, me sorprende escuchar de ellos decir: «Tiene razón», «Así es», «Yo sé que estoy mal», «Debo arrepentirme», etc. Lo más impactante de esto es darme cuenta de que estas personas están claras de su situación, y si bien es cierto que no todos cambian, al menos ellos sí son sinceros y reconocen su condición, no así un cristiano.
Es necesario recordar que en este mundo, existen dos sabidurías, la terrenal (es aquella que actúa con astucia, celos, maldad), y la sabiduría de Dios. ¿Cómo reconocer cuál es la sabiduría de Dios? La Biblia misma nos dice las características de la sabiduría de Dios:
«Pero la sabiduría de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía» (Santiago 3:17).
Y quiero aclarar que esto no lo estoy escribiendo desde un pedestal, ni mucho menos lo escribo para que vean lo humilde que soy, créanme que no, lo que sí podría contarles es lo miserable que puedo ser, mi carne es tan corrupta como la de cualquiera, soy un ser lleno de imperfecciones, si no fuera por la misericordia de Dios, a pesar de ser pastor, iría camino al lago de fuego. Pero gracias doy a Dios por Su santo hijo, Jesús el Cristo, por medio del cual Dios me purificó y me lavó de mis pecados, y por medio del cual cada día avanzo, aun con mis errores y desaciertos, tratando de aprender de ellos y ser mejor que ayer.
Oro a Dios para que todos los cristianos, todos los que profesamos la fe de Abraham, que es la misma fe de Jesús, algún día podamos creer y hacer nuestras las palabras del apóstol Pablo:
«Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero» (1 Timoteo 1:15).
Que el YO SOY EL PRIMERO sea para reconocer nuestras debilidades, nuestros errores y nuestros pecados, que podamos entender que eso no nos hace débiles, sino fuertes y sabios, pues es de sabios reconocer las cosas que nos hacen ser mejores, escrito está:
«Si quieres ser sabio, acepta las correcciones que buscan mejorar tu vida. Quien no acepta la corrección se hace daño a sí mismo; quien la acepta, gana en entendimiento. Quien obedece a Dios gana en sabiduría y disciplina; quien quiera recibir honores debe empezar por ser humilde» (Proverbios 15:31-33 TLA).
Muchas gracias por leer esta pequeña reflexión de este su servidor, que al igual que tú, está en esa misma carrera y en esa misma lucha. Espero y pido a Dios que este articulo nos haga reflexionar y no perdamos lo bueno que podemos hacer en Dios y para su reino, por falta de humildad.
La clave, si se le puede llamar así, para poder vivir en humildad está en el pensamiento que tengamos de nosotros mismos y de los demás. La humildad es la llave que abre las puertas de la sabiduría de Dios, sin humildad no hay sabiduría. ¡Saludos mis apreciados!
"No hagan nada por orgullo o vanagloria, al contrario, hagan todo con humildad, y vean a los demás como mejores que ustedes" (Filipenses 2:3).