Mucho se habla y se ha invertido en predicar y cumplir por el mundo con la muy citada Gran Comisión, sin embargo; en la práctica es muy poco lo que se enseña al respecto, pues la mayoría de iglesias y predicadores deben comprender que predicar el Evangelio se trata de arrepentirse y creer en las buenas nuevas del reino de Dios, como Jesús nos manda en Marcos 1:14-15.
Cuando Jesús Cristo comenzó su ministerio de aproximadamente tres años y medio, su primer mandamiento fue: «Arrepiéntanse y crean en las buenas noticias» (Marcos 1:14-15).
La palabra griega que Jesús usa en ese texto para arrepentirse es metanoeite (Gr. μετανοείτε), esto habla de un cambio de opinión, cambio de propósito, cambiar el hombre interior, reconsiderar el camino.
Muchas personas han confundido el arrepentimiento con remordimiento. Sin embargo, el arrepentimiento que demanda la Biblia no es solo remordimiento. El remordimiento no es arrepentimiento.
para comprender un poco mejor, veamos la definición que nos da el diccionario de estas dos palabras:
REMORDIMIENTO: Inquietud, pesar interno que queda después de realizar lo que se considera una mala acción.
Por lo general, este es el «arrepentimiento» del mundo, es momentáneo, pasajero y va de la mano con un interés personal, buscan el perdón para obtener algo a cambio.
ARREPENTIMIENTO: Cambiar la mente, el corazón, el camino. Pensar diferente; reconsiderar, sentir compunción, arrepentirse.
Arrepentirse significa una reorientación completa en el pensamiento, en el entendimiento, y en el estilo de vida.
De este arrepentimiento es del que habló Jesús en Mateo 4:17, el que se requiere para entrar al reino de Dios. Lo cual significa: «Cambiar nuestra manera de pensar, sentir y actuar», es literalmente un cambio de mente, que solo se obtiene si el individuo está consciente de su situación y desea cambiar, renovando su mente con la Escritura y obedeciendo a las enseñanzas del hijo de Dios, el hombre Jesús, dejando así que las palabras de Jesús sean su guía y la base de sus decisiones, con el único interés de buscar la aprobación de Dios y enmendar con sinceridad sus errores.
Saúl y David son la muestra de un arrepentimiento falso (remordimiento), y un arrepentimiento genuino. Saúl reconoce su pecado, y «se arrepiente», pero le pide al profeta Samuel que aun así lo honre para que no pase vergüenza delante del pueblo. (1 Samuel 15:24-30). Los hechos en Saúl demuestran que en realidad nunca se arrepintió genuinamente. David por el contrario, reconoce su pecado, se arrepiente, se humilla y asume las consecuencias de su pecado con toda sinceridad y muestra obras dignas del arrepentimiento. (2 Samuel 12:7-14).
En la mayoría de las iglesias se cree que si un individuo fue perverso toda su vida, pero en el momento antes de su último suspiro, se «arrepiente», entonces Dios lo perdona y pasa por alto todos los pecados que este cometió. Sin embargo, esa creencia no tiene ningún asidero bíblico. Arrepentirse en la Biblia no significa darse golpes de pecho, sentirse mal o llorar. El arrepentimiento debe de demostrarse en vida poniendo en práctica las enseñanzas de Jesús.
Por eso es que Juan el Bautista les dijo a los Fariseos y Saduceos: «Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios». (Mateo 3:8 NTV).
He leído muchas publicaciones pidiendo sanidad para la tierra, otros «decretando», otros «profetizando», otros «declarando»; y de repente el mundo junto con los cristianos se pusieron en un solo sentir: «querer la sanidad de la tierra». Lo lamentable de esto, es que todos quieren los beneficios de Dios, pero no quieren arrepentirse de sus malos caminos y cambiar su forma de vivir, para agradar a Dios.
Por lo tanto, para ser cristiano, discípulo de Jesús el Cristo, se debe tener la voluntad de renovar nuestra manera de pensar. (Romanos 12:2). Algo totalmente opuesto al concepto popular que se maneja en las iglesias de: «levantar la mano y aceptar a Jesús en el corazón» o «bautizarse de niño» para ser cristiano.
¿Qué aceptan de Jesús quienes levantan la mano? Ese es el punto a observar, ¿aceptan las creencias y enseñanzas de Jesús? Obviamente no. Porque si las aceptaran, hicieran las cosas como él lo manda y creyeran en lo que él creía.
El cristianismo no es una moda, no es un sentimiento, no es una emoción. Los predicadores debemos hacerle ver a las personas que no se es cristiano solo por levantar una mano o repetir una oración, somos cristianos cuando convencidos por la palabra de Dios, decidimos cambiar el rumbo de nuestra vida y empezamos a caminar en obediencia y fe en su hijo Jesús el Cristo, el hombre que Dios ha elegido para gobernar la Era venidera, en el reino de Dios.
Deseando como siempre, que este estudio sea de mucha edificación y bendición para todos ustedes estimados lectores.
"Sea con ustedes gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y del señor Jesús el Mesías, hijo del Padre, en verdad y en amor" (2 Juan 1:3).