Hola qué tal apreciados lectores. ¿Cómo va su nuevo año? Espero en el Señor que muy bien, ya que si tenemos salud, trabajo, comida, techo y familia, seguramente estamos bien.
Pero bueno, a lo que vinimos, seguramente al leer el tema de este artículo, te llamó la atención, porque al final, ¿quién es aquél que no quiere que le vaya bien?
Leamos a continuación nuestro texto de hoy:
«Díganle al justo que le irá bien, pues gozará del fruto de sus acciones.» (Isaías 3:10 NVI).
Isaías es uno de los principales profetas del Antiguo Testamento de la Biblia. El libro de Isaías es conocido por sus profecías sobre el Mesías, así como por su énfasis en la justicia social y en el juicio de Dios sobre las naciones y sus líderes injustos.
Este pasaje bíblico es una promesa de Dios para todos aquellos que viven de manera justa y en obediencia a sus mandamientos. A menudo, los profetas de la Biblia se dirigieron al pueblo de Dios para advertirles sobre las consecuencias del pecado y la desobediencia. Pero aquí, Dios ofrece esperanza y aliento para aquellos que no se desaniman ante la dificultad de esta era maligna.
Al Justo le irá bien. Tremenda promesa para los justos. Y no importa cómo le vaya al mundo, no importa lo que el mundo está diciendo o haciendo, algo sí es cierto y te digo que los que están viviendo dentro una vida justa, les irá bien.
¿Quiénes son los justos? En el contexto de Isaías 3:10, los justos son aquellos que han elegido seguir a Dios y obedecer sus mandamientos. Es bueno recordarlo, porque la promesa declara enfáticamente: «AL JUSTO le irá bien».
Es al justo, no dice al creyente, no dice al que asiste a una Iglesia, no dice al que aplaude, no dice al que canta, no dice al que habla en lenguas, no dice al religioso, no dice al emocional, dice: “Al JUSTO le irá bien”.
La palabra «Justo» en su original se traduce: «Íntegro, intachable, derecho, recto, fiel, leal, honrado, legitimo”.
En otras palabras, el justo es el que anda íntegramente delante de Dios y de los hombres; integridad es ser de una sola pieza, no es de doble cara, sino transparente, no es hipócrita, el justo es quien obedece a Dios; el justo es el que camina temerosamente delante de Dios; el justo es quien habla con verdad, no habla mentiras ni anda engañando a nadie; el justo vive en rectitud, es recto moralmente; el justo no tolera el pecado, ni participa de las obras malas, el justo no práctica una vida de injusticia; el justo no toma el nombre del Señor en vano; el justo no es orgulloso ni soberbio; el justo no pide perdón y después sigue haciendo lo mismo.
Eso es lo que la Biblia llama justo. El que lea, entienda. A ellos, a los JUSTOS la Biblia declara que les irá bien.
En otras partes de la Biblia, se nos dice que «no hay justo, ni aun uno» (Romanos 3:10), lo que significa que no hay ninguna persona que sea perfectamente justa por sí misma. Sin embargo, cuando nos volvemos a Dios y ponemos nuestra fe en Su hijo Jesús, podemos ser considerados justos ante sus ojos a través de Su hijo Jesús el Cristo.
La segunda parte de Isaías 3:10 dice que los justos «Gozarán del fruto de sus acciones».
Esto simboliza la recompensa que viene al vivir una vida justa y fiel a Dios. Esta viene siendo la ley de la siembra y la cosecha, si bien en los circulos religiosos solo le hablan de esa ley a sus fieles para tocarle temas de dinero, lo cierto es, que esta es una ley que encontramos en la Biblia que aplica en todas las áreas de nuestra vida.
Dios nos recompensa cuando cumplimos con Su voluntad. A veces, esa recompensa viene de muchas maneras, a través de bendiciones, como la buena salud, una familia amorosa, y muchas otras formas de las que gozamos. Pues escrito está:
«Ciertamente el justo será recompensado en la tierra» (Proverbios 11:31).
«Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay galardón para el justo» (Salmos 58:11).
Es bueno resaltar también que, según Isaías 3:11 y la segunda parte de Proverbios 11:31, al impío le irá mal, porque según las obras de sus manos, les será pagado, es decir, también comerá del fruto de sus acciones. Si se fijan bien, en ambos casos, tanto al justo como al impío, se aplica la ley de la cosecha.
Si bien, ahora ya sabemos que es a través de Cristo Jesús que somos hechos justos delante de Dios, es importantísimo entender lo que significa eso, pues no se trata de cobijarse al decir «en Cristo Jesús», sino que debemos vivir bajo la ley de Cristo (1 Corintios 9:21; Gálatas 6:2).
Así que, podemos decir que vivir justamente es:
1. OBEDECER LOS MANDAMIENTOS DE DIOS.
La primera y obvia forma de vivir justamente es seguir los mandamientos de Dios. La Biblia nos enseña que amar a Dios y amar a nuestro prójimo son los dos mandamientos más importantes.
Obedecer a Dios, es escuchar atentamente las enseñanzas de Su hijo Jesús y ponerlas por obras, y no solo las enseñanzas que me gustan, sino todas, aun aquellas que no me gustan.
Si vivimos cada día de acuerdo a los parámetros dados por nuestro señor Jesús, si vivimos para amar y servir a Dios y a los demás, seremos considerados justos ante sus ojos.
2. SIENDO GENEROSOS CON LOS DEMÁS.
Otra manera de vivir justamente es ser generosos con los demás. La Biblia nos insta repetidas veces a ayudar a los pobres, a los necesitados y a los que están pasando dificultades. A no pagar mal por mal, a vivir una vida piadosa.
Si somos generosos con los demás, agradaremos a nuestro Dios y Padre, porque nos pareceremos más a Él.
Jesús nos exhortó a que fuésemos misericordiosos como nuestro Padre que está en el cielo es misericordioso (Lucas 6:36), y esta también es una de sus enseñanzas, aunque muchas veces no nos guste, pues demanda de nosotros doblegar nuestra propia manera de actuar, y hacer lo que él nos demanda.
Sin dudas, Isaías 3:10 es un hermoso versículo que nos recuerda las recompensas de vivir justamente y en obediencia a Dios.
Como cristianos, no siempre será fácil seguir la voluntad de Dios, pero podemos confiar en que Él está presente en cada paso del camino y que recibiremos una recompensa por nuestras acciones. Así que sigamos viviendo cada día de acuerdo a la voluntad de Dios y en armonía con sus mandamientos, y podremos disfrutar de los frutos de nuestras acciones.
Amado hermano, no sé que situación estás pasando en este momento, pero algo sí sé y quiero que lo recuerdes siempre: «Te irá bien». Solo permanece firme y no desfallezcas, Dios tiene todo bajo control, lo que sea que estés enfrentando, que no te mueva a actuar de manera incorrecta. Dios tiene el control, vive desde una posición de paz, desde un lugar de confianza, confía en la fidelidad de Dios, porque fiel es quien te lo prometió. Mientras tanto:
"No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe" (Gálatas 6:9-10).