LA MISERICORDIA DE DIOS REVELADA

Hola, queridos hermanos y amigos, hoy quiero presentarles el segundo artículo de una serie de tres que tengo planeado compartir con ustedes. Si aún no han leído el primero, aquí les dejo el enlace: https://lafedejesus.net/la-misericordia-de-dios/

En esta ocasión, me gustaría profundizar un poco en la forma en que se expresa la misericordia de Dios, con el fin de que podamos comprenderla con mayor claridad. Es importante señalar que no pretendo definir de manera absoluta cómo, dónde, cuándo ni con quién Dios decide mostrar su misericordia. Recordemos que Dios es soberano, y como dice la Escritura, Dios le dijo a Moisés: «Tendré misericordia de quien yo quiera tener misericordia y me compadeceré del que yo quiera compadecerme» (Romanos 9:15). Con esto en mente, comencemos el estudio de hoy.

A través de las Escrituras, podemos ver cómo la misericordia de Dios se revela de manera consistente, desde la creación hasta la redención en Cristo. Esto se hace palpable en nuestra vida, cada nuevo amanecer y las oportunidades que recibimos son pruebas de su bondad.

Este atributo revela la naturaleza misma de Dios: es compasivo y lleno de gracia. No requiere ningún esfuerzo para mostrar misericordia, ya que es una parte esencial de su ser. Su amor y misericordia sobrepasan todo entendimiento. El amor de Dios es el puente que une la misericordia con la gracia.

Al estudiar las Escrituras, es fundamental reconocer tres maneras principales en las que la misericordia de Dios se hace evidente, voy a numerarlas y asignarles nombres para referirme a cada una de ellas:

  • 1. Misericordia general:

Esta misericordia abarca a toda la humanidad, tanto creyentes como no creyentes, así como a toda su creación, tal como está escrito: «Sus misericordias sobre todas sus obras» (Salmo 145:9).

Dios otorga vida, aliento y sustento a todos, y hasta la creación no racional recibe su cuidado y provisión, como está escrito: «Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas» (Hechos 17:25).

  • 2. Misericordia especial:

Es el apoyo que Dios ofrece a la humanidad, incluso en medio de sus pecados. Él provee lo esencial tanto a los justos como a los injustos, como está escrito: «Hace que su sol salga sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos». (Mateo 5:45).

Esta misericordia especial dada a todos, es temporal y se limita a esta vida. Esta misericordia no va más allá de la tumba. Por ello, el anhelo de Dios es que las personas se aparten de sus malos caminos y lleguen a disfrutar las bendiciones reservadas para sus hijos, tanto en esta era como en la venidera, como está escrito:

«Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, que tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, que será amplio en perdonar» (Isaías 55:7).

  • 3. Misericordia soberana:

Esta misericordia destinada para los herederos del reino, se transmite a través del pacto, por medio del mediador: el hombre Jesús Cristo.

Como está escrito: «Pero Dios es tan misericordioso y nos amó con un amor tan grande, que nos dio vida juntamente con Cristo cuando todavía estábamos muertos a causa de nuestros pecados. Por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación. Y en unión con Cristo Jesús nos resucitó, y nos hizo sentar con él en el cielo. Hizo esto para demostrar en los tiempos futuros su generosidad y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús». (Efesios 2:4-7 DHH).

Aunque Dios muestra su misericordia tanto a los justos como a los injustos, tiene un trato especial con aquellos que han sido llamados por su bondad a formar parte de su herencia:

«Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino según su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación del Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesús Cristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, llegásemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna». (Tito 3:4-7).

Dios manifiesta su misericordia hacia sus hijos en la forma en que nos trata. Como se expresa en el Salmo 103:8: «No se enoja fácilmente ni pierde la paciencia frente a nuestras faltas». Al igual que un padre amoroso que comprende y apoya a sus hijos, Dios entiende nuestras luchas y muestra compasión por nosotros.

Dios conoce cada detalle de nuestra vida, incluso los pensamientos más profundos, y aun así, «no nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades, porque como están de alto los cielos sobre la tierra, así es de grande su misericordia para los que le temen» (Salmos 103:10-11).

Esto no implica que Dios pase por alto nuestras fallas; las conoce plenamente. Sin embargo, su amor permanece firme e inmutable. Aunque el pecado nos separa de Él, su amor y misericordia, revelados en el sacrificio de Jesús, forman un puente que nos ofrece un camino para volver a estar en comunión con Él.

Al comparar la misericordia que Dios otorga a los injustos con la que ofrece a sus hijos, podemos observar que la de los primeros es temporal, mientras que la de sus hijos es eterna. De tal manera que, por su misericordia, seremos resucitados en el último día y recibiremos un cuerpo perfecto con vida inmortal.

Alguien podría preguntar: ¿Acaso no dice la Escritura que «para siempre es su misericordia» (Salmos 136:1)? Es cierto que Dios siempre es misericordioso, pues es parte de su naturaleza divina (Salmos 116:5). Sin embargo, su misericordia se ejerce según su voluntad soberana, pues nada fuera de Él puede forzarlo a actuar de una manera específica. Recordemos nuevamente lo que se dice en Romanos 9:15: «Tendré misericordia del que yo quiera tener misericordia».

Los méritos humanos tampoco aseguran su misericordia, pues esta, por su naturaleza, es inmerecida. «No por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia nos salvó» (Tito 3:5). Y: «Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia» (Romanos 9:16).

En su infinita misericordia, Dios comisionó a su hijo Jesús para darnos vida eterna. Jesús asumió el castigo que nos correspondía, abriendo el camino para acercarnos al Padre con plena confianza, buscando su gracia y misericordia, la cual está disponible para todos aquellos que deseen acercarse a Él con un corazón arrepentido.

A pesar de que todos hemos pecado y merecemos castigo, por misericordia, Dios nos libra del castigo que merecemos y, a través de Jesús, nos ofrece perdón y salvación. ¡Qué bueno es Dios!

Comprender esta verdad cambia nuestra forma de ver las cosas, llenándonos de gratitud y motivándonos a reflejar esa misma misericordia en los demás. Sobre este último punto, hablaré en el tercer y último tema relacionado con la misericordia.

Gracias por leer este artículo. Espero que sea de bendición para tu vida y te ayude a reconocer con mayor claridad lo grandioso, fiel y misericordioso que es Dios. ¡Hasta la próxima!

"Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad" (Lamentaciones 3:22-23).
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