Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey. (1 Samuel 15:23).
¡Qué duras palabras para el rey Saúl! Aunque nunca quiso arrepentirse de su rebelión y su obstinación, a pesar de la exhortación.
El apóstol Pablo nos enseña que todo lo que aconteció en el Antiguo Testamento, quedó como ejemplo a nosotros y se escribió para advertirnos de no caer en esos mismos errores:
«Todo esto les sucedió a nuestros antepasados como un ejemplo para nosotros, y fue puesto en las Escrituras como una advertencia para los que vivimos en estos tiempos últimos. Así pues, el que cree estar firme, tenga cuidado de no caer». (1 Corintios 10:11-12).
El profeta Samuel llama rebelde y obstinado al rey Saúl por la forma de proceder del rey. Para poder comprender mejor lo que le quiso decir el profeta, veamos lo que significan cada palabra:
▪︎Rebelión: Acción y efecto de rebelarse. Sublevación o resistencia ante alguien o algo.
▪︎Obstinación: Pertinacia, porfía, terquedad. Mantener una opinión o una decisión por encima de los argumentos razonables de otras personas o de las dificultades que se presenten.
El énfasis que el profeta Samuel le da a estos dos pecados, nos hace entender lo grave que es la rebeldía y la obstinación humana delante de Dios.
El desobedecer voluntariamente la palabra de Dios, convierte a la persona en alguien rebelde, que ha decidido darle la espalda a Dios y es comparado por Dios con aquel que practica la adivinación, pues aunque se usan medios diferentes, el fin es el mismo: revelársele a Dios.
De igual forma, cuando alguien insiste en su necia obstinación, delante de Dios es comparado como aquel que practica la idolatría, pues idolatría no es solo «adorar imágenes», también lo es aferrarse a una manera de pensar y de ver las cosas, sin permitir que sea Dios quien dirija los pensamientos y las acciones, la obstinación es idolatrarse a sí mismo y hacer de uno mismo nuestro dios. La obstinación tiene a muchos individuos hundidos sin poder avanzar en nada de lo que se han propuesto hacer en la vida, pues no dan lugar a nada más, que no sea lo que ellos piensan y dicen.
Adivinación e idolatría dos de los pecados más aborrecidos por Dios, y lo sabemos, de lo que a veces no nos percatamos, es que cuando caemos en rebelión y obstinación, por Dios es visto igual de grave que los pecados antes mencionados.
A Saúl su rebeldía y su obstinación lo llevó a ser desechado por Dios, y en su reemplazo Dios escogió a David:
«Entonces Samuel le dijo: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú». (1 Samuel 15:28).
Hoy en día, como Cristianos debemos comprender que caer en rebelión y obstinación delante de Dios, significa no obedecer al hijo de Dios, Pues Dios mismo nos ha ordenado que escuchemos a Su hijo humano Jesús:
«Los que creen en el hijo de Dios tienen vida eterna. Los que no obedecen al hijo nunca tendrán vida eterna, sino que permanecen bajo la ira del juicio de Dios». (Juan 3:36).
Son las enseñanzas de Jesús las que nos van a ayudar a cambiar y hacer las cosas bien, a medida que le prestamos atención y decidimos obedecerle.
No cabe duda que existen personas rebeldes y obstinadas, que no dan lugar a ningún tipo de exhortación ni corrección, que prefieren andar en la inclinación de su corazón, en la terquedad de sus propias opiniones. Ni al mismo Jesús quieren escuchar, al que paradójicamente llaman «señor».
No somos perfectos, es claro, pero debemos cada día buscar la perfección, y eso significa buscar la forma de vivir en obediencia a Dios, entendiendo que debemos hacer lo que Él dice y no lo que nosotros decimos, que es lo que Él nos ordena en la Escritura y no lo que nosotros sintamos o pensamos.
En muchos lugares de la Escritura el Señor nos declara y nos muestra que si algo puede afectar nuestro futuro para bien o para mal es la obediencia o la desobediencia a su palabra.
Obedecer la palabra del Señor y Su voluntad significa renunciar a nuestra voluntad, a nuestro plan, a nuestro camino, para llevar a cabo la voluntad de Dios, y cumplir sus propósitos para nuestra vida. Las cosas mejores en Dios se obtienen por obediencia y no por sacrificios.
¿Qué NO es obediencia? Obediencia no es actuar porque estás de acuerdo con la persona que te está dando la orden, eso no es obediencia, eso se llama acuerdo.
¿Qué SÍ es obediencia? Obediencia es actuar aun en desacuerdo, pero haciendo lo que la autoridad te pidió que hicieras.
Mis sentimientos, razonamientos y opiniones están demás cuando se trata de obedecer a Dios.
Despojémonos de toda rebeldía y toda necia obstinación de nuestro terco corazón. Mejor acerquémonos al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Es de valientes reconocer y Dios siempre está dispuesto a perdonar, porque como bien dijo el Salmista:
«El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, mi Dios, no desprecias a quien con sinceridad se humilla y se arrepiente». (Salmo 51:17).
No seamos como Saúl que no quiso arrepentirse con sinceridad. Miremos su ejemplo y su fin, no caigamos en tal grado de desobediencia.
Esperando como siempre que este artículo haya sido de bendición a tu vida, gracias por su atención.
«Que la Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y del señor Jesús el Cristo, hijo del Padre, estén con ustedes en verdad y en amor» (2 Juan 1:3).
2 Comments
Tremenda exposición acerca de la Rebeldía y la obstinación.
¡Hola Daisy! Nos alegramos que sea de mucha edificación al cuerpo de Cristo. Saludos.