LA MISIÓN DE LA NUEVA CREACIÓN

¡Hola, qué tal apreciados hermanos en la fe y amigos que nos leen! Un abrazo fraterno y saludos en Cristo Jesús.

En el artículo anterior, estuve hablando acerca de la nueva creación y su naturaleza, esa nueva creación fiel a Su Creador, si usted lo leyó, le será más fácil comprender este nuevo artículo, si no lo ha leído lo invito a hacerlo: https://lafedejesus.net/la-nueva-creacion-y-su-naturaleza/

Ya que Jesús y Pablo fueron muy claros con este tema, como es la importancia en el creyente de experimentar una nueva naturaleza. Jesús dijo: «Si no naces de nuevo, no podrás entrar al reino de Dios». Pablo lo dijo así: «Porque carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción» (Juan 3:3; 1 Corintios 15:50).

Una vez que las personas permiten que sea Dios quien gobierne sus decisiones, una vez que han crucificado su carne con sus malos deseos, una vez que toman la cruz de negarse a sí mismos cada día, viven una vida guiada por el Espíritu Santo de Dios y el fruto del Espíritu es notable, entonces y solo entonces podemos decir con certeza que hemos nacido de nuevo y ya no vivimos nosotros, sino que Cristo vive en nosotros.

Entendiendo esto, ahora veremos la misión que tenemos todos los cristianos nacidos de nuevo, que ahora vivimos bajo esa nueva naturaleza. Pablo, un hombre que había nacido de nuevo, escribe su primera carta a la iglesia de Corinto y les enseña algo muy interesante acerca de este tema, leamos:

Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada. (1 Corintios 9:16-17).

En otras palabras, Pablo le expresa a esta iglesia y les enseña en este pasaje varias cosas de suma importancia, lo primero que le enseña es que la misión de la nueva creación fiel a Su Creador es:

1. PREDICAR EL EVANGELIO, ES DECIR, LAS BUENAS NUEVAS DEL REINO DE DIOS.

Toda persona que ha nacido de nuevo no puede vivir sin predicar el evangelio. Esa es la misión que tenemos la nueva creación, hasta que Cristo regrese a la tierra a establecer el reino de Dios, no podemos dejar de predicar, en tiempo y fuera de tiempo. como Pablo se lo encarga encarecidamente a Timoteo:

«En presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir en su reino y que juzgará a los vivos y a los muertos, te doy este solemne encargo: Predica la palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar» (2 Timoteo 4:1-2).

Definitivamente, no creo en llaneros solitarios, ni mucho menos en cristianos mudos que no hablen, que no prediquen el evangelio ni den testimonio de lo que Dios ha hecho en sus vidas, todos los que hemos experimentado el nuevo nacimiento, todos los que hemos nacido del agua y del Espíritu estamos comisionados a anunciar el evangelio del reino de Dios y la autoridad de Su Cristo. (Leer Hechos 8:12).

De hecho, muchos son los que piensan que la misión de Cristo fue venir a morir, cuando en realidad su principal misión, como él mismo lo dice, fue la de predicar el evangelio del reino (Lucas 4:43), tanto así que aún después de su resurrección, él continúo con esa misión. (Hechos 1:3).

No podemos engañarnos en pensar que nuestra misión como iglesia es solo asistir a un local de cuatro paredes, sabernos algunos cantos y dar algún aporte económico para el sustento de ese local, porque no es así, si bien, tenemos que cumplir con esos deberes, la misión principal es anunciar las buenas nuevas del reino de Dios a toda persona.

Lo segundo que Pablo nos enseña en ese texto es:

2. NO PREDICAMOS EL EVANGELIO PORQUE DIOS LO NECESITE, SINO PORQUE LO NECESITAMOS NOSOTROS.

Pablo dice: «… porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!»

Es decir, no predicamos el evangelio porque Dios lo necesite, sino porque todo aquel que ha nacido de nuevo no puede vivir sin predicar porque le es impuesta necesidad, porque lo necesitamos nosotros.

¿Qué cosas nosotros hacemos por necesidad? Hay muchas cosas que hacemos por necesidad, una de ellas es respirar, respirar es una de esas cosas que hacemos porque nos es impuesta necesidad.

Pablo dice: ¿Ustedes creen que predicamos solo por el sentido de la responsabilidad? Eso es como decir, que respiramos por el sentido de la responsabilidad. ¿Quién respira por el sentido de la responsabilidad? ¿A quién usted le ha dicho jamás: «sé responsable y respirá»?

Sin duda alguna, no respiramos por el sentido de ser responsables, respiramos porque lo necesitamos para vivir, porque nos es impuesta necesidad de respirar.

Pues así mismo es todo aquel que ha nacido de nuevo, no predica la palabra por el sentido de ser responsable, sino porque lo necesita para vivir. Ya que si usted ha nacido de nuevo, tiene una nueva vida, y si hay vida, de señales de vida; si hay vida, hay fruto, y aquel que tiene una nueva identidad, aquel que está en Cristo no puede vivir ni puede estar tranquilo si no le da a conocer.

Lo tercero que el apóstol Pablo enseña a la iglesia es:

3. PREDICAR EL EVANGELIO DE BUENA VOLUNTAD Y NO DE MALA GANA.

Pablo nos enseña: «… Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada».

Definitivamente que cada cristiano, nacido de nuevo, siente la necesidad de predicar el evangelio del reino, estamos llamados a hacerlo de buena voluntad y no de mala voluntad, ya que sea de buena gana o de mala gana, ya se nos ha dado la comisión de predicar el evangelio, y al hacerlo no hacemos más que cumplir con nuestra comisión. Es bueno recordar que esa comisión no es solo para los pastores o predicadores, sino para todos aquellos que han nacido de nuevo.

Si usted no está cumpliendo con esa comisión, si a usted no le nace predicar, algo grave está pasando en su vida, ya que Dios mismo es el que produce el querer como el hacer, por su buena voluntad:

«Dios está obrando entre ustedes. Él despierta en ustedes el deseo de hacer lo que a Él le agrada y les da el poder para hacerlo» (Filipenses 2:13 PDT).

Si el querer como el hacer no está en ustedes, si no aman lo que Dios ama, si no desean lo que Dios desea, si no aborrecen lo que Dios aborrece, si no es Dios quien produce la obra en ustedes, ocúpense de su salvación con temor y temblor, porque algo serio está pasando.

Jacobo (mal llamado Santiago), nos habla acerca de las obras, pero no enseña que somos salvos por obras, sino más bien, que si tenemos una nueva naturaleza, si hemos nacido de nuevo y estamos viviendo en nueva vida, entonces hay evidencias, porque el evangelio en la vida de las personas no es una creencia, es una evidencia.

Si eso no está ocurriendo, algo bien serio está pasando, y quizás sin darnos cuenta nos estamos pareciendo más a un religioso que a un hijo de Dios.

Debemos de entender que Dios no llamó a nadie a ser abogado, doctor o ingeniero, la única vocación de un hijo de Dios nacido de nuevo, es de pertenecer a Cristo.

Es por eso que debemos tener cuidado y saber a quién queremos discipular, si en esa persona no hay señal de vida nueva, no hay nada que discipular, no se puede invertir tiempo en gente muerta. Esta ha sido una de las grandes crisis de la iglesia, invertir tiempo y recursos en tratar de discipular a gente muerta.

Es por eso que usted va a ver a muchos asistentes a las iglesias que solo llegan a calentar sillas y nunca hacen nada por ser portadores del mensaje del evangelio, simplemente no les nace. Esto es algo muy lamentable y de lo cual debemos tener mucho cuidado.

Bien apreciados hermanos y amigos, he compartido con ustedes la principal misión de aquellos que tenemos una nueva identidad en Cristo Jesús. Como siempre, es un gusto poder compartir con todos ustedes, siempre lo hago con la esperanza de que cada artículo sea de bendición y edificación para el cuerpo de Cristo.

"¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro señor Jesús el Cristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo... y no de simiente mortal, sino de una inmortal, mediante la palabra de Dios que vive y permanece para siempre" (1 Pedro 1:3, 23).
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